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"Las palabras son el excremento del cerebro" Sydney Brenner, premio Nobel de Medicina 2002 La Vanguardia 16/09/2013 --Es uno de los más grandes biólogos del siglo XX. Vendrán otros mejores. --Pero sigue trabajando... Tengo el cerebro en buen estado, sí. El cuerpo menos. --¿Cómo es el cerebro de un científico? Analítico y descarado. --¿Descarado? Sí, atrévete a probar experimentos que podrían parecer insensatos. Por eso la ignorancia es provechosa: da atrevimiento. --Pero mejor saber, --¿no? Hum... el que cree saberlo todo te dice: "No hagas esto, ¡no funcionará!". Y eso paraliza. --¿Cuál ha sido su mejor hallazgo? Descubrí el RNA mensajero: transmite las órdenes de los genes a los aminoácidos para que construyan proteínas concretas, que a su vez construyen órganos determinados... --¿Quién le ayudó? Un gusano. --¿Un gusano? Se llama caenorhabditis elegans: descubrí que era ideal para experimentar con las órdenes de los genes sobre proteínas, células... --¿Por qué es tan útil ese gusano? Mide un milímetro, es transparente, vive bien en el laboratorio, su cerebro tiene sólo 300 células y vemos la función de cada gen. --Y yo, --¿cuántas células tengo? Cien billones de células. Cada día renuevas 100.000 millones de células. --¿Me queda alguna del día en que nací? Alguna célula del ojo, por ejemplo, y las neuronas... aunque las moléculas de esas células sí han cambiado. --¿Las neuronas se renuevan? Se nos mueren 3.000 neuronas al día, ¡pero tenemos tantas...! Y pueden reconectarse de forma variable, variar funciones. --¿Qué células se renuevan más rápido? Las papilas gustativas, cada cuatro días. --Si todas mis moléculas cambian, --¿cómo es que yo permanezco? Porque no eres sólo tu genoma, tus proteínas, tus células y tus órganos. --¿Qué más soy? Memoria, recuerdos de ti mismo y de otros. Lo que has leído. Esta conversación... --¿Sí? Claro, usted es distinto ahora del que era hace quince minutos, antes de comenzar. Distinto y más inteligente. --He leído que es usted arrogante... Porque suelo tener razón. --¿Qué utilidad tienen sus hallazgos? No pienso así: no fragmento el conocimiento. Un tornillo para armar un microscopio vale como la espectrografía de una estrella. --Pero curar el cáncer es más útil. El cáncer nunca podrá curarse: ¡es parte de la naturaleza humana! --¿Ah, sí? Estamos genéticamente programados para degradarnos. El cáncer es parte del mecanismo de sustitución de individuos. ¡Qué bien! --¿Bien? ¿De qué sirve vivir si no puedes morir? --Bueno... ¡Habría que prescindir de tener hijos! El alzheimer no es una enfermedad: es parte necesaria de la condición humana. --Visto así... Somos chimpancés con visión de futuro, gracias al cerebro prefrontal. Un cerebro que podemos moldear y reforzar. --¿Cómo? Tenemos una poderosa herramienta: la educación. Usted puede colaborar, con sus entrevistas. --¿Qué es el alma para un biólogo? Una secreción cerebral: pensamientos, ideas, emociones... Las palabras son el excremento de la actividad cerebral. --¿Puede transmitirse conocimiento por vía genética? No. El ADN experimenta mutaciones a causa de sustancias químicas o radiaciones, y pueden transmitirse. Eso es todo. El ambiente es decisivo en las mutaciones oncogénicas... --¿Algún ejemplo? La salsa de soja consumida en Japón provoca cánceres de estómago, mientras las carnes rojas consumidas en Occidente provocan cánceres de colon. --¿A qué científico admira más? A Darwin. Admiras a quien te hubiese gustado ser. ¡Alejandro Magno, también! Y a los matemáticos, como Gauss, porque crean todo de la nada. --¿Qué tienen en común los grandes científicos? Un rasgo: haber nacido en el momento idóneo y en el lugar adecuado. Y tener suerte. Y saber usarla. --Cuánta humildad. Y ser descarados, pícaros, pillos... Me hacen gracia los orientales, tan disciplinados y jerárquicos, que les explico esto y me preguntan: "--¿Podríamos impartir unas clases de pillería?". ¡Pero si eso no puede enseñarse! --¿Cuál es el mayor defecto para un científico? Ser pomposo es el pecado más imperdonable en un científico. Si te gusta ser pomposo, ¡hazte abogado! Hay que tomarse un poco a broma, no enamorarse de las propias ideas y ser capaz de echarlas a la basura por bellas que sean.
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